Historia del cooperativismo mundial

 

El cooperativismo es, a todas luces, un fenómeno concreto de la modernidad. Nace en media Revolución Industrial como alternativa para la clase trabajadora. Se Identifica al Socialista Utópico inglés Robert Owen (1771-1858) como el primer precursor, dado que intentó mejorar la distribución de las ganancias entre los trabajadores de su fábrica textil en New Lanark (Escocia) y socializar los medios de producción. "Owen trató de demostrar que mediante la cooperación y la solidaridad, pueden desenvolverse armoniosamente las relaciones entre obreros y patronos, en un ambiente de mutua colaboración".

 

A Owen siguieron el inglés William King y el francés Charles Fourier quienes también defendieron la creación de organizaciones de base asociativa haciendo importantes mejoras al incipiente esquema cooperativo, en áreas como la democratización, la asociación y el derecho al trabajo.

 Fourier proponía un sistema económico-social basado en pequeñas comunidades agrícolas (falansterios) sin espíritu de lucro y orientadas a la generación de empleo. King, por su parte, fue precursor de las primeras cooperativas de consumo en las cuales los obreros asociados adquirían los artículos básicos para su sobrevivencia. En 1827 fundó en Bringhton The Co-perative Trading Association que sirvió de inspiración para que, al finalizar la década, existieran cerca de 300 cooperativas similares.

Es esencial subrayar que King fundó, en 1828, el primer medio de comunicación cooperativo. Era una revista llamada "The Co-perator" que si bien tuvo corta vida, parece que su influencia fue muy grande.

Podemos situar el primer logro decisivo del cooperativismo en 1844 cuando 28 obreros fundaron en Rochdale (Inglaterra) una cooperativa textil de consumo liderada por Carlos Howart. Esta experiencia logró importantes resultados como fuente de motivación para iniciativas análogas (Instituto Nacional de Fomento Cooperativo, 1978), pues sentó las bases del cooperativismo actual: distribución equitativa de beneficios, acceso a la educación, igualdad de derechos, un voto por asociado y la no discriminación por edad, sexo, profesión, etc. Por eso a Rochdale se le conoce como la cuna del cooperativismo mundial.

Desde entonces el sector empezó a crecer teniendo presencia hoy día en prácticamente todas las naciones del planeta. Al interior de Latinoamérica, las cooperativas pioneras nacieron en México y en Argentina. Fue en 1873 que el Círculo Obrero de México estableció la primera. Seis años después, en 1879, se fundó en la Argentina la cooperativa "El progreso agrario".

Teóricos como RaiffeisenSchulze-DelitzschGide y Fauquet han contribuido a dotar al movimiento de prácticas, principios y valores universales, hasta llegar a los ratificados por la Alianza Cooperativa Internacional (ACI)[1] en 1995.

Desde entonces el sector se inspira en los valores básicos de ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad. También defiende los valores éticos de honestidad, transparencia, responsabilidad social y preocupación por los demás. Sus siete principios son:

  1. Adhesión libre y retiro voluntario;
  2. Control democrático de los miembros;
  3. Participación económica de los miembros;
  4. Autonomía e independencia;
  5. Educación, información y entrenamiento permanente;
  6. Integración cooperativa;
  7. Compromiso con la comunidad (Comisión Ejecutiva de Educación Cooperativa, 2003).

Para efectos del presente proyecto, resulta medular considerar la doctrina cooperativa condensada en los dos párrafos anteriores pues es la esencia de la identidad del sector surgida, como se ha explicado, de un proceso histórico relativamente reciente. Esta doctrina se complementa con signos externos también de carácter universal, los cuales deberán tenerse en cuenta en aspectos de la comunicación como lo es la proyección del sector.

El cooperativismo es reconocido mundialmente por un escudo en el que figuran dos pinos dentro de un círculo. Este emblema rescata su esencia filosófica: La unión solidaria para resolver necesidades sociales y económicas comunes.

La bandera, por su parte, nació en 1923 y contiene los siete colores del arco iris en el siguiente orden horizontal de arriba hacia abajo: rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul turquesa, azul y violeta. La ACI la acogió aduciendo que así se recogen los colores de todas las banderas del mundo.

Sin embargo, en abril del 2001 el Consejo de Administración de la Alianza acordó cambiarla con el argumento de que la bandera de 1923 era utilizada por algunos grupos no-cooperativos, ocasionando confusión en el ámbito mundial. Entonces introdujo varias palomas de la paz desprendiéndose de los colores, como recuerdo del espíritu que le dio vida a la primera bandera (www.aciamericas.coop).

Empero esta recomendación de la ACI no fue considerada por Costa Rica por lo que cada cooperativa era libre de colocar la bandera de las palomas o la de las franjas con los colores del arco iris.

Fue hasta el 6 de diciembre del 2014 en la clausura del XIII Congreso Nacional Cooperativo, organizado por el Consejo Nacional de Cooperativas (CONACOOP) que se aprobó la siguiente moción: "El Movimiento Cooperativo Costarricense y sus organismos rectores adoptan la bandera propuesta por la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), así como el distintivo COOP, en calidad de emblemas oficiales del sector y se comprometen a promover su divulgación masiva, en aras de fortalecer la identidad y la imagen pública del cooperativismo nacional".

Así fue como Costa Rica escogió el tono azul y en el centro la marca COOP en letras blancas para representar al movimiento cooperativo costarricense.

 La resolución del Congreso la ratificó la Asamblea Plenaria del CONACOOP en sesión celebrada el 19 de diciembre en Puntarenas.