▪ Luego de 10 años de ocupar la gerencia de CENECOOP R.L., Stéfano Arias dejó el cargo para acogerse a su pensión.
Gustavo Fernández
Ayer 31 de julio fue su último día de trabajo. Stéfano Arias Ocampo recorrió todo el Edificio Cooperativo para fundirse en un abrazo con decenas de amigos y colaboradores cooperativistas. Diez años en la gerencia del Centro de Estudios y Capacitación Cooperativa (CENECOOP R.L.) se despedían con nostalgia y buenos recuerdos.
El 23 de julio, en el marco del programa radiofónico “Costa Rica Cooperativa”, le realizamos una amplia entrevista, de la cual destacamos el siguiente extracto.
¿De qué forma ingresó usted al sector cooperativo?
Yo inicié en el sector cooperativo cuando, hace varios años, se crearon las tres primeras cooperativas escolares en Costa Rica: una fue en Jicaral, otra fue en Aguas Zarcas y otra en La Suiza de Turrialba. A mí me tocó ser parte de ese grupo y capacitar a los docentes. Eso fue hace mucho rato y hoy vemos que el cooperativismo escolar ha crecido.
Desde su profesión de educador ¿Cómo se define?
Siempre he sido un educador y no me gusta otro título que no sea el de educador. En el pasado nuestra formación fue muy integral, porque nos formaban para servir: cuando llegábamos a una comunidad, no nos quedábamos entre las cuatro paredes, sino que nos volcábamos a la comunidad. La educación nos ha permitido dar herramientas, pero las herramientas sin acción no funcionan. Por eso me siento muy satisfecho cuando un estudiante me dice que los cursos del CENECOOP le han servido en su vida personal y profesional.
¿Cuál es su visión de la educación cooperativa?
La educación es la base fundamental del movimiento cooperativo. Ninguna cooperativa crece y se sustenta si no se basa en la educación y en la aplicación de la misma. Nosotros hablamos de los principios cooperativos desde Rochdale; pero si uno los analiza son en realidad los principios de la vida. Así, cada cooperativista es dueño de su empresa, es solidario y ayuda a los otros compañeros.
Pero como nuestro entorno va cambiando, también requerimos una formación más especializada para asumir retos en áreas como lácteos, café, ahorro y crédito, salud, electrificación, etc. Por eso necesitamos además una educación que permita tener nociones de contabilidad y administración, por ejemplo, para ser cada vez más eficientes.
¿Cómo se debe inculcar el cooperativismo en la juventud?
Los principios y valores cooperativos son muy distintos a los valores que hoy prevalecen en el entorno. Por eso a los jóvenes hay que explicarles que en el cooperativismo todos somos iguales; todos tenemos la obligación de ayudarnos; nadie es más que nadie; todos vamos a crecer juntos y en el trabajo de equipo nos hacemos grandes. Eso es lo que estamos inculcando en las generaciones de relevo de COOCIQUE, de COOPEALIANZA, de DOS PINOS, de COOPEAGROPAL, de COOPEAGRI, de COOPEGUANACASTE y de muchas más cooperativas.
Yo tengo una gran fe en que los jóvenes van a poder construir un país mejor, y mucho se va a lograr a través del movimiento cooperativo. Si nosotros formamos a los jóvenes en esos valores cooperativos universales, nuestras empresas cooperativas van a ser mucho más grandes, pero mucho más solidarias y más enfocadas al bien común.
Desde ese aporte al bien común, ¿Cómo valora el esfuerzo de las cooperativas?
Nuestra generación suele medirlo todo en términos de plata, de rentabilidad. Pero lo que realmente debemos ver es cuánto bienestar y calidad de vida hemos generado en las comunidades donde las cooperativas operan. El balance social (que es distinto a la “responsabilidad social” centrada en el marketing) lo ha realizado el sector cooperativo desde siempre. El problema es que eso lo hacemos, pero no lo cuantificamos, ni lo “cacareamos”.
Usted ve hoy una DOS PINOS, que se ha transnacionalizado, lo cual ha respondido a un crecimiento sostenido y armonioso, conjuntamente con el asociado. Es ese asociado, su familia y la empresa los que han crecido juntos. El bienestar que produce DOS PINOS en su base social, se traduce también en el ámbito comunal y distrital. Sin embargo, ese impacto no ha sido medido en su justa dimensión.
¿Cuál es su análisis de la situación actual de cooperativismo costarricense?
Considero que al cooperativismo le hace falta dar el salto cuántico, para ver otras necesidades que tiene la sociedad y que nos permitirán crecer. Por ejemplo en las áreas de salud, educación y transporte, donde ya hemos sido exitosos.
Si se observa el mapa de Costa Rica, las zonas donde hay menor desarrollo es en los lugares que tienen poca incidencia cooperativa: región atlántica, región norte norte, sur de Guanacaste y sur de Puntarenas. Cuando yo veo a las cooperativas eléctricas, que han llevado desarrollo a las zonas más alejadas, entonces me pregunto: ¿por qué no tenemos más cooperativismo eléctrico?
Y existen muchas otras áreas. La población nacional se está haciendo vieja y podemos potenciar redes de cuido para adultos mayores o bien aprovechar toda esa experiencia para crear proyectos cooperativos con esta población.
A lo largo de estos diez años, ¿Cuál es la huella que usted deja en CENECOOP R.L.?
¡Qué te digo sobre las huellas que pude haber dejado en CENECOOP!... creamos una universidad (Fundepos), mejoramos los cursos de formación para asociados y colaboradores, graduamos bachilleres y máster en administración cooperativa. Siempre estuvimos viendo, escuchando, creciendo e innovando. En el Hotel del Sur formamos técnicos en hotelería y turismo; hemos dado cursos de inglés y de informática, incluso para adultos mayores.
Finalmente, ¿Qué consejo quisiera hacerle llegar a los cooperativistas?
El cooperativismo debe hacer un esfuerzo para crecer, crecer y crecer, innovando, llevando bienestar y ayudándole a Costa Rica a tener mejores hombres y mujeres. Que el norte que nos guíe, al crear nuevas cooperativas, no sea la empresa, ni el factor económico, sino la calidad de vida de la mayoría.
Hay desafíos que la sociedad moderna impone como las nuevas formas de agricultura, de protección del agua y de producción energética, donde las cooperativas deben estar. Ese reto lo tienen los actuales dirigentes y la generación de relevo.
A sus 64 años, Stéfano se asume como un maestro apasionado. Fue profesor y director de colegio, fundador de COOPEANDE No. 5, Secretario General de la APSE y Viceministro de Educación Pública, entre otros cargos.