▪ El Tratado de Libre Comercio con México dio un viraje al énfasis productivo de COONAPROSAL R.L. Ahora, además de comercializar su famosa Sal Sol, venden frutas y camarones.
Lucía Ramírez
¿Cuál costarricense no ha tenido en su mesa la Sal Sol? Este conocido producto es comercializado por la cooperativa COONAPROSAL R.L., la mejor muestra de que con el cooperativismo se ofrecen productos de calidad y el consumidor gana también con un buen precio.
Antes de 1970 la producción de sal era artesanal, dañaba el medio ambiente, era mal pagada al productor y los pequeños salineros carecían de incentivos y créditos para mejorar sus condiciones de producción. Al ingresar al Mercado Común Centroamericano, en la década de 1960, Costa Rica no tenía una producción de sal competitiva en el mercado y los salineros corrían el riesgo de desaparecer, según datos del Ministerio de Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Bajo esas circunstancias fue que en 1974 los productores artesanales de sal del Golfo de Nicoya formaron COONAPROSAL R.L. Su camino ha estado marcado por abruptos desafíos que gracias a esta figura asociativa han logrado sacar adelante, según comentó Rodrigo Zamora, presidente del Consejo de Administración de la cooperativa.
“Cuando se firmó el Tratado de Libre Comercio con México en el año 2000, uno de los primeros productos de intercambio que querían era la sal. Al sentir la amenaza fuimos a México y solo una salinera era de 35 mil hectáreas. En un día producían 500 quintales que era el equivalente de nuestra zafra. Como vimos esa amenaza negociamos comprarles la sal refinada y la sal bruta para que no vinieran a comercializar acá su producto y nos arruinaran”, manifestó Zamora.
Actualmente la cooperativa está integrada por 150 asociados o codueños y más de un 80% de la sal que venden viene de México. COONAPROSAL R.L., con mano de obra de Colorado de Abangares (Guanacaste), la empaca, agrega flúor y yodo y luego la comercializa. En el país mantienen la producción de sal para consumo animal.
A raíz de la situación con el Tratado de Libre Comercio, el Consejo de Administración decidió invertir en otras opciones. Así descubrieron que el cultivo de mango les daba muy buenos resultados y ahora lo exportan industrializado a Estados Unidos y Europa, donde lo utilizan en repostería y heladería. También ofrecen pulpas y congelados de piña y papaya.
En el 2011 ampliaron su abanico de productos y decidieron ingresar en la producción de camarones. Zamora recordó que “cuando almacenábamos el agua con las mareas altas veíamos camarón en los tanques. Un compañero de Lepanto que estudiaba Biología, Luis Ángel Mena, recibió una beca para estudiar el camarón haciendo una maestría en los Estados Unidos. Así que hipotecamos fincas y empezamos a producir camarón. Aprendimos y ahora contamos con una planta para exportarlo”.
Ejemplo de organización
“Somos un ejemplo para los productores del país para que cuando pasen por una crisis similar sean ellos quienes vayan, compren y hagan la comercialización en el país. No puede ser que haya empresas que traigan el frijol acá y sean ellos quienes ganen con la intermediación. Tienen que ser nuestros frijoleros, organizados, quienes compren el producto y lo vendan acá”, expresó Zamora.
Para este líder cooperativista, “tiene que aparecer la creatividad costarricense para sobrevivir a la globalización”
Entre los planes de COONAPROSAL R.L. está enlazarse con otras áreas de producción del Golfo de Nicoya como el oro, con lo que pretenden desarrollar un consorcio cooperativo junto con COOPEORO R.L., en donde aportarían su experiencia en los negocios. De forma similar están pensando en el sector de pesca artesanal y molusquero, donde también hay varias cooperativas que podrían articular.
COONAPROSAL R.L. brinda empleo directo a 200 personas del Golfo de Nicoya