Discurso de Oscar Abellán a propósito de la inauguración del XIV Congreso Cooperativo

25 Octubre 2019

Estimados compañeros cooperativistas:

 

El mundo está ardiendo, cada día las noticias dan cuenta de revueltas sociales en todo el orbe, vemos con tristeza y amargura como aquellos ejemplos de desarrollo de los años noventa, ahora son focos de tensión social.

 

En medio de esta vorágine, está un ser humano que ha desdibujado su rostro, para darle paso a un ser que vive en la desesperanza, las generaciones han ido perdiendo la capacidad de asombro por lo bueno, y se han tornado poco a poco seres alienados a quienes no les han cumplido las promesas del desarrollo.

 

Las discusiones profundas han dado paso a lo superficial y vano, lo importante es menos que lo urgente y el tiempo dejó de alcanzar para que pensemos en lo fundamental, en lo que nos da vida y en lo que nos distingue.

 

Este mundo post moderno, lleno de contrastes, en el cual por un lado nos sorprende la cuarta revolución industrial, y por otro nos asombran los flujos de migrantes que naufragan en los mares de Europa, nos pone a quienes creemos en el cooperativismo, en una encrucijada, ¿qué hacemos? ¿Vemos los acontecimientos desde la pantalla del televisor, y nos volvemos valientes adalides de un cambio sin sentido desde la trinchera anónima de las redes sociales? O por el contrario, ¿entendemos nuestro rol y volvemos al campo de la realidad a sembrar de ideas y esperanzas nuestro propio futuro?

 

Yo en lo personal, me apunto a lo segundo, estoy cansado de ver personajes anónimos y sabios, a veces disfrazados, que creen en soluciones mágicas que no construyen nada concreto y sin parar gritan su desconsuelo a los cuatro vientos.

 

Es tiempo de mirar el futuro con ojos frescos, es el momento de dar paso a la cooperación de las ideas, a la cooperación de las labores y sobre todo a la cooperación de las soluciones simples a complejos problemas.

 

Este Congreso, es el marco propicio para generar un diálogo entre quienes desean lograr un mundo mejor, y es así que se nos ha convocado a ser parte de la inteligencia colectiva, esa inteligencia que no aísla a quien piensa diferente, sino que lo abraza y le escucha, para con respeto construir un pensamiento nuevo y disruptivo.

 

Lo primero es definir qué somos, qué nos identifica.  Sobre esa base se sostiene nuestro movimiento cooperativo, somos la unión de esfuerzos comunes para el logro de una visión compartida, somos capacidades y competencias complementarias, somos quienes no compiten sino cooperan, creemos en nuestros valores y con ellos nos diferenciamos.

 

Unir esfuerzos no es algo tan sencillo, se dice fácil pero no se hace tan fácil, el ser humano por naturaleza tratará de sacar el máximo provecho de manera individual por su sentido de supervivencia, cooperar requiere trabajo duro, sacrificio y sobre todo interiorizar el concepto de sinergia aplicada.

 

Cooperar y no competir, en un entorno que nos observa de manera extraña por ser diferentes, es nuestra gran fortaleza, con ella nos defendemos de quienes sin entender nuestro rol pretenden incluso pensar en que lucramos como una empresa de mercado.

 

Saber quiénes somos es fundamental, pero determinar cómo nos gobernamos es crucial, las cooperativas somos organizaciones sociales y económicas, requerimos ser eficientes en lo asociativo y en el mercado, pero sobre todo solidarios en el reparto de nuestros excedentes, la trasparencia, el manejo ético y la erradicación del clientelismo político, hoy más que nunca son los temas que debemos abordar, de nada vale saber quiénes somos si no sabemos cómo manejar nuestra vida.

 

Las cooperativas son desde su fundación en los albores de la Primera Revolución Industrial, la forma eficiente de democratizar la economía de una Nación, gracias a los aportes de trabajo de los cooperativistas se da acceso a los medios de producción a quienes en muchos casos solo tienen su conocimiento y su saber.

 

Digo esto con conocimiento de causa, vengo de un sector en el cual lo único que tenemos es nuestro conocimiento y nuestras ganas de trabajar, cada mañana abrimos las puertas a 72 mil personas para darnos por entero al deleite de un asegurado que merece lo mejor de nuestro trabajo. Soy autogestionario, entiendo el paradigma subyacente de nuestra gestión, entregar a la comunidad en la que nos desarrollamos una forma de desarrollo social que impacte la calidad de vida. Gracias a la cooperativa se gesta no solo trabajo, sino que bienestar en más de doscientos hogares.

 

El cooperativismo nacional está necesitado del aporte real de la mujer en los espacios de toma de decisiones, no es posible entender cómo en muchas estructuras cooperativas todavía en la foto de la dirigencia solo hombres se vean en la mesa Directiva, mientras las mujeres esperan que la equidad de género se haga realidad.

 

El reto es llevar el desarrollo local de la mano con la gestión asociativa, investigar y desarrollar nuevas formas de emprender, innovar en soluciones para nuestros jóvenes, para la mujer, para que nuestros adultos mayores encuentren también el espacio para hacer valer su experiencia.

 

Acaso somos eternos, volquemos la mirada a nuestras generaciones de recambio, el desarrollo local va acompañado del arraigo del conocimiento y de la fuerza de trabajo en cada rincón de nuestra patria, ya no hay espacio para soluciones basadas en las ventajas comparativas del centro versus la periferia.

 

Por eso, es necesario no solo saludar los temas convocados hoy en el Congreso, sino además, motivar para que la reflexión nos de luces sobre las sombras del entorno, plantear al Gobierno la necesidad de alianzas eficientes público privadas, en las cuales las cooperativas sobre todo de autogestión puedan aumentar o incursionar en nuevos servicios, apuntar a una política pública de fomento al emprendimiento asociativo, en donde las cooperativas sean protagonistas, reformar una legislación que se quedó en el tiempo y merece ser transformada, y sobre todo verter energía y sapiencia para que el fomento cooperativo no sea solo un discurso desgastado sino una realidad contundente, son parte de una agenda que se construye entre todos y que nos convoca hoy con urgencia.

 

Los cooperativistas tenemos la oportunidad de levantar la mano, de opinar, de ser escuchados y sentirnos parte de esto, dejamos atrás lo pasado y vemos el futuro con esperanza y nobleza.

 

Seamos críticos y propositivos en los roles que deben jugar los organismos cooperativos, lo que esperamos de los representantes que elegimos, y las estructuras que van más allá de la organización electoral o la reunión que por Ley hacemos en este Congreso, es fundamental transformar estas estructuras para que nos representen a todos, a las grandes cooperativas, y las pequeñas también, abrir espacios de integración y desarrollo, desde la óptica sectorial y regional, se requiere que la defensa de nuestros intereses sea de altura, que los aliados que se busquen sumen en las luchas y en nuestra imagen, más que nunca ocupamos sentirnos dignamente representados.

 

Vamos compañeros, como cooperativista más que como representante de una Institución Pública, les aliento y me sumo con orgullo a las discusiones, a las ideas y a los sueños por un cooperativismo diferente, y por un Patria que nos reconozca.

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